martes, 7 de septiembre de 2010

Jardinería

Aunque la tarde era cálida, las hojas temblaban. Temblaban de miedo, porque entre más sonaban las tijeras al recortar las hojitas del borde, más estaban conscientes de que un día crecerían más y llegarían al borde, y terminarían siendo recortadas, para que la copa de su árbol siguiera siendo un cuadrado perfecto.

2 comentarios:

  1. ¿Lo sabías, Clau?
    ¿Lo sabías?

    ResponderEliminar
  2. yo había dejado un comentario aquí, pero creo que desapareció. Ahora no sé como explicarte esa fraternidad que tenía por los árboles, por hacerme llamar uno, por creerme uno y todo lo tonto que eso implicaba. Me lleva el cerezo.

    ResponderEliminar