viernes, 7 de enero de 2011

Nino

Karina nunca había estado tan conmovida en toda su vida. Ver una película tan bonita en la que entendieran tan bien su forma de ver las cosas y que le diera ideas nuevas de cosas lindas para hacer en la vida y sentirse especial, fue además una ventaja más. Y lo mejor de todo es que se sintió identificada con el personaje principal, lo cual casi nunca pasaba porque Karina siempre se supo diferente. Ella no esperaba a un príncipe azul que la rescataría de las garras de Godzilla, pero el hecho de que el hombre en esta película llegara a rescatar a la mujercita de ensueño de su propio mundo tímido y soñador, no se le hizo para nada comparable. Ni despreciable.
Así pues, salió al mundo a sentir la brisa que antes de la película no había notado, y a mirar el cielo azul que seguramente un día podría contemplar tomando la mano de aquél que hace cosas tan especiales como coleccionar carcajadas curiosas o fotografías ajenas rotas. Se le antojó entonces que hoy fuera un día muy especial, y comenzó a buscar algunas piedras redondas. Conocía un lugar con un lago, así que cuando juntó suficientes rocas, corrió a probar suerte con cada una, esperando que le ayudara la superficie del agua.
Cuando llegó, no había lugar para intentar hacer patitos en el agua, pues la orilla del lago estaba llena de Amélies intentando hacer lo mismo para sentirse especiales.

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